Ser amante
no es precisamente un papel fácil de desempeñar.
La amante
es una persona que espera pacientemente y otras veces no tan paciente, la
llegada de esa persona que traiga la pasión y la lujuria, la amante no siempre
es la mala de la película. Ella también tiene sentimientos y necesidades.
Tratando de
calmar esa sed de amor, atención y compañía,
cada vez esta más inmersa en una relación ficticia en la
que trata de justificar tanto a su pareja como a la misma situación que esta
viviendo con frases como:
Tiene problemas
con su esposa, solo esta con ella por los niños
Yo no tengo
nada que ver con los problemas que tienen
No le hago
daño a nadie, total yo no quiero casarme con el
Él se va a
divorciar para quedarse conmigo
Amiga un
porcentaje muy alto de estas relaciones no llegan a nada, como decía mi mamá, “hombre
no deja mujer”. Y si no es la esposa la que no le aguanta el engaño, él nunca
la deja. Y si de alguna forma se llega a concretar algo no se le puede apostar mucho a que sea una relación
victoriosa, una cosa es ser la amante de alguien y otra muy diferente es ser la
esposa.
Además de que
primero solo se estaba para disfrutar de buenos momentos ahora que toca todo lo
que implica vivir en pareja, que de por si no es fácil, está también la inseguridad de que si a la esposa
anterior la engaño quien asegura que no lo volverá a hacer.
Aquí no
estamos para criticar ninguna de las posiciones, solo expresamos que debemos
esforzarnos para ser feliz, ya sea como amiga, esposa, amante o mejor aun
cuando optamos por todas las anteriores. A las esposas no bajar la guardia y mantener
viva la llama de la pasión y a las amantes que no crean todo lo que dicen esos
hombres que al fin y al cabo son los que manejan la situación a su antojo.